jueves, 19 de marzo de 2009

Casi cadáver exquisito de escritos propios


Hace un tiempo escribí esto y tuve la ilusión de dejarlo un rato para terminarlo después. Bueno, no ocurrió como quería y perdí el hilo de esto. Ahora debo publicarlo porque tiene un final forzoso (aparecerá en el segundo fragmento)

En tiempo similar a yus (http://polimorfica-enojosa.blogspot.com/2009/02/como-con-juguete-nuevo.html) me preguntaba ¿me gusta el cambio o la rutina? Para no responder la frustrante respuesta 'depende' escribo lo siguiente.
Hay rutinas que necesito sin darme cuenta. Por ejemplo el hogar, los muebles y la familia. A todos ellos los he apreciado más o he descubierto más su valor cuando han estado ausentes. Donde vivo ahora tengo otra rutina: encontrar una araña que vive entre la malla y la ventana del baño. Todos los días antes de abrir la llave de la ducha la busco; siempre anda en un lugar distinto, a veces con la cabeza hacia arriba, otras hacia abajo, ¿será cabeza eso? El día que mas me alegró fue cuando estaba de lado, podía posar 4 frágiles patas en los minúsculos hoyos de la malla (que da hacia la ducha) y las otras cuatro en la ventana. Experta en equilibrio en movimiento vivía. Un día me sorprendió la importancia que esta araña tiene para mí cuando me asuste al no divisarla. Rápidamente la busque detrás del shampoo y ahí estaba, en diagonal buscando algún insecto o esperando el salpicón de ducha de cada DIA. Ahí supe que la respuesta a mi pregunta inicial no es simple, incluso que reconozco mi placer por las rutinas. Poniéndole mas color (o wendy) al asunto, Forrest también me ha mostrado cuanto disfruto sus rutinas (ver detalles en http://polimorfica-enojosa.blogspot.com/2009/01/normal-0-21-false-false-false.html). Tampoco tengo problemas si almuerzo toda la semana lo mismo, haciéndome jugo de naranja y rollitos de jamón con palta cada desayuno o puedo pasar un mes escuchando un solo cd hasta que me hastío de el y de escucharlo aun cuando no lo reproducen los aparatos electrónicos. Algunas rutinas pueden producirme fascinación y fanatismo. Pero ocurre también que suelo rebelarme a algunas rutinas que instauro para mi misma. A principio de año completo religiosamente un horario y lo ubico cual espejo frente al computador. A las dos semanas ya no me reconozco en ese espejo y hago las cosas igual pero en horarios distintos; se salvan danza o el gimnasio. Incluso a veces no voy a donde me comprometí aun siendo un tan buen panorama como ir a ver a mi amiguísima de Valpo. También soy infiel a mis rutinas. De todo esto concluyo que soy incondicional a cualquier rutina que se me impone y me cautiva por alguna razón: asombro, belleza o exquisitez. Dicho de otra manera soy fiel a los regalos repetidos, soy incondicional cliente de quien decide invertir la tremenda energía que significa instaurar una rutina y la ofrece al mundo o a su pedacito de mundo que afortunadamente se cruza con el mío. Cuando me vaya de acá echare de menos a Forrest, la araña, el semáforo que me habla, las clases del gimnasio.
Cuando llegué, me sentí cebollenta por echar de menos al conserje de mi ex edificio a quien le pedía la llave del estacionamiento de bicicletas. Cada día me preguntaba “¿Cuál, la verdecita o la blanquita?” Yo esperaba que terminara su pregunta adornada diariamente con la misma entonación musical y le respondía, la blanquita y el me decía laaa blanquita. Ahora pienso dos cosas nuevas: los conserjes cumplen la agradable e injustamente mal pagada función de hacerte sentir en casa antes de entrar a tu casa.
Lo segundo es que necesito las rutinas, las que ocurren dentro y fuera de la familia o dentro y fuera del hogar; les hago una oda y me declaro una empecinada buscadora de “variadas rutinas”.
…Ví la película Whisky el personaje principal necesita las rutinas, la rutina es su única forma de vivir, incluso luego de convertirse en millonario sigue trabajando en ese lugar feo…

Bueno, ahora tengo que pedir un minuto de silencio. No lo quise dilucidar de inmediato; el primer día pensé o quise creer que estaba descansando; al otro día lo confirmé. La arañita ha muerto, casi como un anuncio del término de un ciclo; el próximo miércoles me cambio de casa. Paso del desierto al bosque, del piso plano a escaleras y relieves; de la soledad de una casa-dormitorio (aunque no tanto por mí sino por mi compañera de depto) a una casa que aparentemente sus dueños disfrutan; incluso trabajan en la misma casa. Hace 23 años que no vivo en casa (excepto un mes en la antigua casa de Vivi).
Tendré la oportunidad de vivir en una casa sin rejas y eso me gusta; tiene antejardín y la callecita es como del sur de Chile. Me voy a empezar la primavera en un bello hogar y aparentemente rodeada de bellas personas. Araña: te llevaré conmigo.

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Distinciones entre rutina, disciplina y obsesión. Ahora se que en la disciplina esta la sabiduría, en las otras están la resignación a una vida determinada por otros y la exacerbación de la disciplina; tanto la rutina como la obsesión son una rendición completa a la inseguridad.
Como si fuera un o una sabia, la disciplina no te llama ni se impone como un dogma; sino que espera humilde a que lleguemos a darle la mano en distintas etapas de la vida. Digo humilde porque si bien sabe que es lo mejor para nosotros no nos llama impulsivamente.

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oh! rutina viene de rueda. No me gusta lo completamente circular; prefiero los espirales.
En cambio disciplina se asocia a discere o aprender; docente-discente (quien enseña y quien se deja enseñar) o discípulo, díscolo, [yo me pregunto ¿y discernir?]; sciere = saber; sienta= ciencia
Inicialmente Discipulina: el esfuerzo que hace el alumno por aprender

3 comentarios:

  1. yo soy indisciplinada por naturaleza y me aburro de la rutina con facilidad... q será de mi???
    las unicas rutinas q amo (o ya sera disciplina, ay, no se) son las de mis hijos... despedir a jose todos los dias a las 730 con un tequiero y un quetevayabien y caminar con roque al jardin esperandolo para q tire una piedra a la alcantarilla y salude a los cinco perritos de la casa rara... mmm... revisar los blogs q me gustan tb es una rutina... o ya una disciplina?

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  2. Disciplina y humildad son indispensables para no caer en la mediocridad. Ah, pero cuán caras son.

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¡Raya estas murallas!